Algunos días regresa mi ausencia total de esperanza de uno de esos viajes suyos que benditos sean y excava un hueco en el aire, se sienta callada a mi lado con su boca torcida de arpía y bajo el cielo que sonríe me ahogo mientras con su boca húmeda me lame. Cuando despierto en la cama tendida, desnuda a su lado está mi corazón ahorcado en la lámpara del techo, y como una conducta recurrente, como un oscuro y bajo vicio trato de acordarme de tu cara después de bañarte en mi saliva. Te he echado tanto de menos que casi me olvido de transcribir la noche en tus labios, de hablar el idioma de los ciegos por tu piel tibia esperando otra vez esa mirada que eclipsa cualquier derrota y la hace sedosa incluso, tierna y nostálgica como la mano de un niño, como un beso en la frente por parte del suelo. Las puntas de tu pelo señalan los caminos que he rechazado los miles de cauces que buscan el brillo oscuro de un rubí de sangre que palpita mientras nuestros cuerpos tararean la misma canción,
Una vez me dijeron que hablamos porque esperamos encontrar en el otro una respuesta sobre nosotros mismos que nos satisfaga.